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¡Caminando en la gloria!
(Walking in The Glory!)


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Por David Wilkerson
8 de marzo de 1999
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Creo que hay una sola cosa que puede mantenernos caminando hacia adelante en los tiempos malos que se aproximan - y esa es el entendimiento de la gloria de Dios.  Ahora, esto puede parecerte como un concepto muy alto y elevado para ti, uno que hay que dejrselo a los telogos.  Pero estoy convencido que el asunto de la gloria de Dios tiene un valor real y prctico para cada verdadero creyente.  Al entenderlo, abrimos la puerta a una vida de vencedores! 

En mi estudio, he descubierto dos importantes verdades en este asunto:

1.  La gloria de Dios es una revelacin de la naturaleza y ser del Seor.

Recordars que en el Antiguo Testamento Moiss recibi un indicio de la gloria de Dios. Antes de eso, Dios envi a Moiss sin explicacin alguna de l, aparte de las palabras "YO SOY".  Pero Moiss quera saber ms de Dios.  As que le rog: "Seor, mustrame tu gloria."

Dios le respondi tomando a Moiss y ponindolo en la hendidura de una roca.  Entonces, dicen las Escrituras, que l se revel a Moiss en toda su gloria: "Y pasando Jehov por delante de l, proclam: Jehov! Jehov! Fuerte y misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelin y el pecado." (Ex. 34:6-7).

Creo que este pasaje es esencial para nuestro entendimiento de quin es nuestro Seor.  A menudo, cuando pensamos acerca de la gloria de Dios, pensamos en su majestuosidad y esplendor, su poder y dominio, o alguna manifestacin en su pueblo, tales como una adoracin exuberante.  Todas estas cosas pueden ser el resultado de ver la gloria de Dios.  Pero esta no es la gloria con que l desea que lo conozcamos.

La manera en que Dios quiere que conozcamos su gloria es por medio de la revelacin de su grande amor por la humanidad.  Y eso fue precisamente lo que le revel a Moiss: "Fuerte y misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelin y el pecado"(Ex. 34:6-7). 

El Seor est siempre dispuesto a mostrar su amor por nosotros, a perdonarnos, inundarnos con su misericordia y restaurarnos a l!

La revelacin de la gloria de Dios tiene un poderoso efecto en aquellos que la reciben y oran para tener el entendimiento de ella.

Hasta ese momento, Moiss haba visto al Seor como un Dios de ley y de ira.  l temblaba delante de la presencia del Seor - pidiendo, clamando y rogando ante l por Israel.  Esta haba sido la base de su relacin cara a cara con el Seor.

Y ahora, en el primer enfrentamiento con la gloria de Dios, Moiss ya no estaba temeroso del Seor.  Por el contrario, l fue movido a adorar: "Entonces Moiss, apresurndose, baj la cabeza hacia el suelo y ador" (verso 8).  l vio que Dios no solo era trueno, relmpago y trompeta de agudos sonidos que lo hizo temblar de miedo.  Por el contrario, Dios era amor y su naturaleza era una de bondad y de tierna misericordia!

Puedes ver la verdad inconfundible que las Escrituras nos presentan aqu?  La verdadera adoracin emana de corazones que son inundados por la visin de su inmerecido amor por nosotros.  Est basado en la revelacin que Dios nos da de s mismo - de su bondad, de su misericordia, de su prontitud para perdonar.  Por lo tanto, si hemos de adorar a Dios en espritu y en verdad, nuestra adoracin tiene que estar basada en esta poderosa verdad de l.

De hecho, una vez recibimos la revelacin de la gloria de Dios, nuestra adoracin tiene que cambiar.  Por qu?  Viendo su gloria cambia nuestra manera de vivir!  Afecta nuestro aspecto y comportamiento - cambindonos de "gloria en gloria," hacindonos ms semejantes a l.  Cada nueva revelacin de su amor y misericordia nos trae cambios sobrenaturales.

Estoy convencido de que esta es la nica manera en que ocurren estos cambios perdurables.  No vienen por asistir a conferencias o seminarios, o escuchar predicadores famosos, o de leer mensajes en libros u orlos en cintas grabadas.  No!  Viene de una revelacin de Dios, y punto!  Y Dios nos ha dado esa revelacin de si mismo en xodo 34.

Al ver la gloria de Dios, tambin cambia nuestra relacin con los dems.  Pablo le dice a la iglesia de Efeso: "Ustedes han visto y probado la gloria de Dios.  Ahora, sean un reflejo de esa gloria a otros!"  "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonndoos unos a otros, como Dios tambin os perdon a vosotros en Cristo." (Efesios 4:32).

Ahora, djame hablarte acerca de andar en la gloria de Dios.


1.  La revelacin de la gloria de Dios para nosotros,
tiene t
odo que ver con nuestra comunin con l.


Muchos cristianos hablan de la intimidad con el Seor - andar con l, conocerlo, teniendo comunin con l.  Pero no podemos tener verdadera comunin con Dios a menos que recibamos en nuestro corazn la completa revelacin de su amor, gracia y misericordia. 

La comunin con Dios consiste de dos cosas: 

1.  Recibir el amor del Padre, y 
2.  Corresponder a ese amor. 

Puedes estar muchas horas al da orando, dicindole al Seor cuanto lo amas, pero eso no es comunin.  Si no has recibido su amor, no has tenido comunin con l.  Simplemente no puedes compartir la intimidad con el Seor a menos que ests seguro en su amor por ti.

El salmista nos anima a entrar por sus puertas - las de Dios, "con accin de gracias, por sus atrios con alabanza."  (Sal.100: 4).  Cul es la razn por tal alabanza y accin de gracias?  Y por qu se nos da esa invitacin?  Es porque se nos ha mostrado al Dios que nosotros vamos a ir: "Porque Jehov es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones." (verso 5).

Yo s que cuando voy a mi Seor, no voy a un padre castigador, furioso y demandante.  l no me est esperando con un rostro enojado, ansioso por poner la vara a mi espalda.  l no me est persiguiendo, esperando que yo falle para entonces decirme: "Te cog."

No, voy a un padre que se me ha revelado como un amor puro e incondicional.  l es bondadoso y tierno, lleno de gracia y misericordia, ansioso por tomar todas mis cargas y pesares.  Y yo s que nunca me rechazar cuando acuda a l. 

Por eso es que voy a sus atrios con alabanza y accin de gracias, porque estoy agradecido de quin mi Dios es.  l se preocupa por todo lo que a m se refiera!

Pocos creyentes, sin embargo, han alcanzado el amor de Dios hacia ellos por fe.  Viven en temor y desesperacin, con poca o ninguna esperanza, y siempre enfrentando tempestades.  No pueden entender por qu sus vidas estn vacas, y por qu estn llenas de desesperacin y confusin.  Muchas veces piensan: "Yo oro todos los das y leo la Biblia.  Constantemente le demuestro a Dios cuanto le amo.  Entonces, por qu no tengo tranquilidad y paz?" 

Es porque nunca han comprendido la verdad que Dios los ama!  Ellos no han comprendido que a pesar de sus debilidades y fracasos, su Padre celestial se preocupa por todo lo que ellos estn pasando!


El verdadero amor se manifiesta en dos cosas:
descanso y regocijo. 


El profeta Sofonas dice algo increble con relacin al amor de Dios por nosotros.  l escribe: "Jehov est en medio de ti, poderoso, l salvar; se gozar sobre ti con alegra, callar de amor, se regocijar sobre ti con cnticos." (Sof. 3:17). 

Este verso nos dice dos cosas importantes acerca de cmo Dios nos ama:

1.  Dios descansa en su amor por su pueblo.

En el idioma hebreo, la frase "l descansa en su amor" significa: "l guardar silencio por su amor."  Dios est diciendo, en sntesis: "He encontrado mi verdadero amor y estoy totalmente satisfecho!  No necesito buscar en otro lugar, pues no tengo queja alguna.  Estoy completamente satisfecho en esta relacin, y no retirar mi amor.  Mi amor es un asunto establecido!

Sofonas nos est diciendo: "Este es el amor de Dios para ti!  l quiere que sepas: "He encontrado lo que buscaba - y eres t!  T me traes gran gozo!"

2.  Dios se complace grandemente con su pueblo.

Sofonas testifica: "Se regocijar sobre ti con cnticos." (mismo verso).  En otras palabras, l dice: "El amor de Dios por ti es tan grande, que pone una cancin en sus labios."

Regocijarse significa el tener gozo y deleite.  Es la expresin externa del deleite interior.  Tambin es la ms sublime expresin de amor.  La palabra hebrea que usa Sofonas para regocijo es "tripudiare" que significa "brincar, saltar como uno que es inundado de gozo."

Puedes concebir que tu Padre celestial siente tanto amor por ti que l salta de gozo de solo pensar en ti?  Puedes recibir su Palabra que l te am desde antes de la formacin del mundo, desde antes que existiera la humanidad, desde antes que tu nacieras?  Puedes aceptar el hecho que l te am an despus de t haber cado en los pecados de Adn y por lo tanto ser un enemigo para l?

Exactamente, Dios predijo tus pecados y fracasos, y sin embargo te continu amando con el mismo tierno amor.  De hecho, envi a su Espritu a despertarte de tu condicin de perdido y de tu necesidad por l.  Te atrajo a l y te tom en sus brazos.  Entonces, cuando viniste arrepentido a la cruz, entraste en su regalo de amor para ti.  l te prometi: "Te am antes, te amo ahora, y te amar hasta el final!" 

Si Dios te am tanto cuando estabas hundido en el pecado, que dio a su Hijo para que muriera por ti, por qu ha de retirarte su amor cada vez que tu tropieces o falles?  En esas ocasiones, es que debemos recordar a aquel que nos dijo que l es amor, misericordia y paciencia.  Esa es su gloria - y tenemos que volver a su gloria siempre!


Por qu no hay ms cristianos en 
comunin e intimidad con el Seor?


Muchos de los recin convertidos al Seor saben poco o nada de la vida en comunin con l.  Por qu?

Creo que tales cristianos tienen un concepto triste y distorsionado del Padre celestial.  Recuerdo la parbola de Jess con relacin al sirviente que escondi su talento porque tena una imagen distorsionada de su amo.  Ese sirviente dijo: "Seor, te conoca que eres hombre duro" (Mt. 25:24).

De la misma manera, muchos creyentes hoy en da piensan: "No hay manera que Dios pueda danzar sobre m, regocijndose y cantando enamorado a mi alrededor.  A veces, yo he fallado tan miserablemente, que ha trado reproche a su nombre.  Cmo es posible que an me ame - especialmente con las luchas que estoy teniendo ahora?"

He conocido familias en las cuales los nios se doblegan e intimidan ante la presencia de un padre duro y fuerte de carcter.  Ellos jugaban alegremente antes que el padre llegara a la casa.  Pero cuando lo vean llegar, se iban directamente a la falda de su madre.  Nunca los vi acercarse a su padre a menos que l demandara algo de ellos.  Nunca se trepan a la falda del padre o pedan ser abrazados.  Sentan temor al estar en su presencia.

Creo que esta es una poderosa razn por la cual muchos cristianos no quieren allegarse al Padre celestial.  Temen acercarse a l porque sienten que de alguna manera le han fallado.  Tienen un presentimiento que han sido negligentes en sus deberes, han sido perezosos espiritualmente y han hecho cosas incorrectas.  Todo lo que pueden concebir de l es que es fuego consumidor y listo para enjuiciarlos y condenarlos.

Tales cristianos piensan: "Dios me ha perdonado tantas veces en el pasado, que ya no puedo volver a l.  l me rechazar.  Ya he traspasado la lnea del perdn."  No!  Dios no rechaza a nadie que viene a l arrepentido.  Esa no es su naturaleza!  No podemos juzgar a nuestro Padre celestial con la medida que juzgamos a nuestros padres terrenales.  Ese no es l!

La pregunta para nosotros hoy en da es, cmo no vamos a querer estar cerca de un padre que nos escribe cartas de amor, que nos dice que anhela estar con nosotros, que siempre esta dispuesto a recibirnos en sus brazos, que dice que slo tiene pensamientos buenos de nosotros a pesar de nuestras debilidades, que nos asegura: "Satans puede decirte que tu eres un intil.  Pero yo te digo que tu eres mi gozo!"

Es nuestra incapacidad de creer en su Palabra y aduearnos de esta maravillosa revelacin de su gloria, que nos impide la comunin con l!


No es posible tener comunin ni intimidad con
el Seor hasta que le creamos y le recibamos como
lleno de amor, bondad y ternura hacia nosotros
 


Ahora, estars pensando: "Seguramente que el Seor no se agradar de alguien que an este en pecado.  Yo no espero que l me ame si contino por el camino del pecado.  Esa clase de pensamiento raya en la blasfemia."

S, Dios ama a su pueblo pero no ama el pecado.  La Biblia dice que l reprende a cada hijo que contine en pecado, pero lo hace con mucha paciencia.  Y luego de reprendernos, su Espritu nos llena con una sensacin de indignacin por nuestro pecado.

A pesar de esto, el amor de Dios por nosotros permanece inalterado.  Su palabra dice: "Porque Yo Jehov no cambio." (Mal.3:6), "... del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variacin." (Stg. 1:17). "... Porque Dios soy, y no hombre." (Oseas 11:9). 

Dios libre que su amor por nosotros vaya a menguar, y fluya como el nuestro hacia l.  Nuestro amor vara diariamente, yendo de caliente y celoso a tibio o hasta fro.  Como los discpulos, podemos estar dispuestos a morir por Jess un da y al otro da negarlo y huir de l.  Podemos decirle al Seor que confiamos en l para suplirnos todas nuestras necesidades y evitar que caigamos, pero eso no es comunin verdadera.  La pregunta es: confiamos plenamente en su amor para con nosotros?  Hemos visto su amor revelado y nos hemos apoderado de l? Su amor por nosotros est arraigado en nuestros corazones? 

Te debo preguntar - y tu, puedes contestar as?: "El Padre celestial esta enamorado de m!  l dice que yo soy dulce y bello ante sus ojos y yo le creo.  No importa por lo que pase, o cun tentado o probado sea, l me rescatar.  l estar a m alrededor siempre, y no permitir que me opriman o destruyan.  El siempre ser bondadoso y amable conmigo!"

Aqu es cuando la verdadera comunin comienza.  Tenemos que estar convencidos da a da del amor inalterable de Dios para con nosotros.  Y debemos demostrarle que creemos en su revelacin de s mismo.  Juan escribe: "Y nosotros hemos conocido y credo el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en l." (1 Juan 4:16).

Solamente esta creencia puede sanar tu alma.  Es tu nica arma en contra del diablo, quien te miente dicindote que eres muy inmerecido para orar o acercarte a Dios.  Convencindote de esta verdad es el nico camino para que te abras a la verdadera comunin.

Si alguna vez has estado enamorado de alguien, sabrs de lo que te estoy hablando.  Imagnate un esposo que pasa mucho tiempo fuera del hogar por motivo de su trabajo, pero que est muy enamorado de su esposa.  l llama a su amada todas las noches que est fuera del hogar.  Y de vez en cuando la llama y le deja un mensaje en la mquina contestadora del telfono. Su mensaje podra ser el siguiente:

"Hola corazn, te estoy llamando para decirte que el slo pensar que estas all, y que me amas, me renuevan las fuerzas.  Va a ser la fuerza que necesito para este da.  S que voy a tener un da difcil de trabajo.  Pero acabo de leer la carta que me enviaste, y que gran gozo sent!  l slo saber que ests pensando en m me llena de felicidad!" 

Ese es el amor que el Padre celestial tiene para ti.  Confa en l!


El otro lado de la comunin con Dios
es nuestro amor por l en reciprocidad.


Caminar en la gloria de Dios no significa tan solo que recibimos el amor del Padre, sino que tambin nosotros correspondamos a ese amor.  Se trata de un mutuo afecto - ambos dando y recibiendo amor.  La Biblia nos dice: "Y amars a Jehov de todo tu corazn, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas (Dt. 6:5).

Dios nos dice: "Dame, hijo mo, tu corazn..." (Pr. 23:26).  Su amor demanda reciprocidad - que nosotros devolvamos a l un amor total, no dividido, con todo el corazn, mente y fortaleza.  Sin embargo, el Seor nos dice en trminos precisos: "T no puedes ganarte mi amor.  El amor que yo te doy es inmerecido!"  Juan escribe: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que l nos am a nosotros, y envi a su Hijo en propiciacin por nuestros pecados. (1 Juan 4:10).  "Nosotros le amamos a l, porque l nos am primero." (verso 19).

Nosotros no nos levantamos un da, y decidimos no pecar ms, y convertirnos a Jess.  No, el Espritu de Dios penetr en lo profundo de nuestras vidas, nos mostr nuestra perdicin y nos hizo desdichados en nuestros pecados.  Envi su Palabra para mostrarnos la verdad, envi su Espritu para convencernos, y entonces vino tras nosotros l mismo.  l lo hizo por todos nosotros.

Y ahora, segn el amor de Dios por nosotros se enmarca en el descanso y el regocijo, as nuestro amor por l debe tener estos mismos dos elementos:

1.  David expresa la confianza en su amor por Dios cuando escribe: A quin tengo yo en los cielos sino a ti?  Y fuera de ti, nada deseo en la tierra (Salmo 73:25).  El corazn que ama al Seor cesa de buscar consuelo en otros lugares.  Mas bien, encuentra total contentamiento en l.  A ese amador, la bondad y el amor de Dios es mejor que la vida misma!

2.  Ese corazn tambin se regocija en su amor por Dios.  Canta y danza en xtasis gozoso delante del Seor.  Cuando un hijo de Dios conoce cuanto le ama el Seor, esto trae regocijo a su alma!

La Biblia tambin nos dice que nuestro amor por el Padre debe ser canalizado a travs de su Hijo.  Jess dice: "nadie viene al Padre, sino por m" (Juan 14:6).  Es slo por medio de Cristo que somos aceptados por el Padre y tenemos acceso a l.

Mas an, Dios deposit toda su bondad, amor, misericordia y gracia - esto es, su gloria - en su Hijo.  Y envi a Jess para manifestar y revelar esa gloria a nosotros.  Por lo tanto, Cristo viene a nosotros como una imagen de nuestro Padre amoroso.  "Como el Padre me ha amado, as tambin Yo os he amado; permaneced en mi amor." (Juan 15:9).

Dios nos ama a la medida que estemos en Cristo.  Y en reciprocidad, nosotros mostramos amor a Dios en el amor que tengamos por Cristo.  Como cabeza de la iglesia, y como nuestro sumo sacerdote, Jess llevar nuestro amor al Padre por nosotros.

Ahora, djame sealarte uno de los versculos ms poderoso de la Escritura.  Proverbios nos da estas palabras profticas de Cristo: "Con l estaba yo ordenndolo todo, y era su dicha de da en da, teniendo solaz delante de l en todo tiempo.  Me regocijo en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres" (Pr. 8:30-31). 

Amados, nosotros somos los hijos mencionados aqu!  Desde la misma fundacin de la tierra, Dios previ un cuerpo de creyentes unindose a su Hijo.  Y an entonces el Padre se deleit y se regocij en estos hijos.  Jess testifica; "Yo era la delicia de mi Padre, el gozo de su ser.  Y ahora, todos los que vienen a m en fe, son sus delicias tambin!"  Entonces, cmo reciprocamos el amor a Jess?  Juan contesta: Pues este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos." (1 Juan 5:3). 

Y cules son sus mandamientos?  En esencia, Jess dice, que hay dos - y "de estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Mateo 22:40).  El primero y ms importante mandamiento es amar al Seor con todo nuestro corazn, alma y mente.  No podemos esconderle nada.  Y el segundo es amar a nuestro prjimo como a nosotros mismos.  Estos dos sencillos y simples mandamientos resumen toda la ley de Dios.

Jess nos dice aqu que no podemos tener comunin con Dios - no podemos andar en su gloria si guardamos rencor contra alguien.  Por lo tanto, amar a Dios significa amar a los hermanos de la misma manera que el Padre nos ama a nosotros. 

"Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso.  Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, cmo puede amar a Dios a quien no ha visto?  Y nosotros tenemos ese mandamiento de l: El que ama a Dios, ame tambin a su hermano." (1 Jn. 4:20-21).  "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor." (verso 8).

Toda comunin e intimidad con el Seor se rompe, cesa, cuando tenemos una actitud no amorosa o rencorosa hacia un hermano.  Podemos alabar a Dios con manos levantadas, orando todos los das, estudiando la Palabra por horas - pero si estamos amargados y guardamos rencor a alguien, todo eso es en vano.  Juan dice: "Esa persona es un mentiroso.  Verdaderamente, t no amas a Dios, aunque l te sigue amando!"

Si t ests en esa condicin, no tan slo le digas a Dios: "Seor, estoy arrepentido - perdname."  En vez de eso, ve a esa persona segn manda la palabra de Dios, y reconcliate con l. "Reconcliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." (Mt. 5:24).

Slo entonces encontrars la verdadera intimidad con el Padre.  Y podrs caminar en su gloria, todos los das de tu vida!

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